En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
Hoy Domingo 27 de Marzo. *Cuarto Domingo Cuaresma conocido como “ Laetare”… ornamentos de color: Rosa
San Lucas 15, 1-33 En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:
“Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”. El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo:
“Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros».
Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo:
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”.
Pero el padre dijo a sus criados:
“Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”.
Y empezaron a celebrar el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Este le contestó:
“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”.
Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Entonces él respondió a su padre:
“Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”.
El padre le dijo:
“Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”».
Palabra del Señor
Reflexión La bondad, que restaura, es propia de Dios; la libertad, mal usada y capaz de disgregar, pertenece a los hombres; la autosuficiencia está en el núcleo que impide acercarse a otros, al considerarlos débiles para brindarles ayuda.
Con la fuerza de la gracia, cabe retornar al Padre misericordioso, que invita a unos y otros a convivir en la misma comunidad de redimidos, de los hijos amados, en la Iglesia cuerpo místico de Cristo. Urge fomentar la acogida incondicional al que se ha alejado, a tantos como caminan separados, rotos, sin esperanza, a quienes buscan apoyo para reconducir sus vidas o no tienen capacidad para descubrir los caminos del retorno.
Para la reflexión:
La maduración personal ha de encaminarnos a reproducir la figura del Padre (sed misericordiosos) hasta llegar a las auténticas relaciones amorosas de hijos de Dios con el Padre celestial y con nuestros hermanos los hombres, identificándonos con su voluntad.
El descubrimiento de que llevamos dentro a los dos hermanos (menor y mayor) debe orientarnos hacia objetivos más profundos de la parábola, como es descubrir también al Padre-Dios en nuestro interior. El Reino de Dios está dentro de vosotros, decía Jesús. Estamos llamados a identificarnos con él, como Jesús nos manda (perfectos como el Padre celestial) superando tantas etapas de fricción fraternal y miradas de reojo que siempre resultan empequeñecedoras.
Queda pendiente en el fuero interno descubrir noblemente, con la ayuda del Espíritu Santo, qué manifestaciones de ambos hermanos existan en nuestra vida para si escuchamos “la voz del Señor … no endurecer el corazón”.
_* Dios te bendice…*. Oramos: Credo, Padrenuestro, Avemaria, Gloria.