Para entrar en el Reino de Dios no valen privilegios, ni viejas tradiciones, sino las actitudes personales, sean quienes fueren los que las adopten. Sentarse en la Mesa del Reino de Dios es una gracia, no un derecho.
«Esforzaros por entrar por la puerta estrecha». «Hay últimos que srán primeros y primeros que serán últimos».
Santa Teresa advierte que el problema para ser santos no es lo que nos falta, sino lo que nos sobra: orgulo, egoísmo, …
