Santuario Nuestra Señora de los Milagros

NOVENA EXTRAORDINARIA VIRGEN DE LOS MILAGROS

Oración: «Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animados con esta confianza, a Vos también acudimos, ¡oh Virgen, Madre de las Vírgenes!, y, aunque gimiendo bajo el peso de nuestros pecados, nos atrevemos a comparecer ante vuestra presencia soberana. ¡Oh Madre de Dios!, no despreciéis nuestras súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amen».

Lectura del santo Evangelio según San Juan 12, 1-11: Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: ¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?».Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando. Jesús dijo: Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis». Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron no solo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

Reflexión: Ante la unción que hace María a Cristo , Judas protesta: «Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: ‘¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?’» (Jn 12,4-5). Lo que dice no es ninguna locura, ligaba con la doctrina de Jesús. Pero es muy fácil protestar ante lo que hacen los otros, aunque no se tengan segundas intenciones como en el caso de Judas.
Cualquier protesta ha de ser un acto de responsabilidad: con la protesta nos hemos de plantear cómo lo haríamos nosotros, qué estamos dispuestos a hacer nosotros. Si no, la protesta puede ser sólo la queja de los que actúan mal ante los que miran de hacer las cosas tan bien como pueden. María unge los pies de Jesús y los seca con sus cabellos, porque cree que es lo que debe hacer. Es una acción tintada de espléndida magnanimidad: lo hizo «tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro» (Jn 12,3). Es un acto de amor y, como todo acto de amor, difícil de entender por aquellos que no lo comparten. Creo que, a partir de aquel momento, María entendió lo que siglos más tarde escribiría san Agustín: «Quizá en esta tierra los pies del Señor todavía están necesitados. Pues, ¿de quién, fuera de sus miembros, dijo: ‘Todo lo que hagáis a uno de estos pequeños… me lo hacéis a mí? Vosotros gastáis aquello que os sobra, pero habéis hecho lo que es de agradecer para mis pies’».
La protesta de Judas no tiene ninguna utilidad, sólo le lleva a la traición. La acción de María la lleva a amar más a su Señor y, como consecuencia, a amar más a los “pies” de Cristo que hay en este mundo.
Quizás en este tiempo de pandemia tendríamos que volvernos “a los pies de Cristo” para vivir este tiempo, no como protesta, sino como oportunidad preciosa para recuperar los valores auténticos que producen un perfume agradable a Dios. Y para cuidar y valorar también los gestos de devoción de tantos hermanos y hermanas nuestras que han “despilfarrado” para construir bellos templos y catedrales, y dignos vasos sagrados para contener el Cuerpo y la Sangre del Señor, todo para la gloria de Dios, y que ahora tanta gente disfruta, y a la vez reprocha con falso escándalo como Judas. Cuidemos de los pobres siempre, pero no nos olvidemos de Dios, del perfume de nardo puro derramado por amor para su culto y adoración, que ha generado las más maravillosas obras de arte de la cultura humana.

Virgen de los Milagros, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros.

Virgen de los Milagros, consuelo del afligido y refugio del pecador, ruega por nosotros.

Virgen de los Milagros, vida, dulzura y esperanza nuestra, ruega por nosotros.

Ruega por nosotros, santa Madre de Dios… para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

Oh Virgen, de Los Milagros, de Ourense joya preciosa, intercede por nosotros, Virgen Madre, Virgen Madre Milagrosa.

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