Oración: Acordaos, oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Vos, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, oh Virgen, Madre de la vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vuestra presencia Soberana. Oh, Madre de Dios, no desechéis nuestras súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente, Amén.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 5, 31-47: En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es verdadero el testimonio que da de mí. Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su rostro, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no lo creéis. Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros.Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ese sí lo recibiréis.¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?».
Reflexión: En el Evangelio de hoy Jesucristo echa en cara a los que le escuchan tres impedimentos que tienen para reconocerle como al Mesías Hijo de Dios: la falta de amor a Dios; la ausencia de rectitud de intención —buscan sólo la gloria humana— y que interpretan las Escrituras interesadamente, de manera torcida. San Juan Pablo II nos enseñó : «A la contemplación del rostro de Cristo tan sólo se llega escuchando a través del Espíritu Santo la voz del Padre, ya que nadie conoce al Hijo fuera del Padre (cf. Mt 11,27). Así, pues, se necesita la revelación del Altísimo. Pero, para acogerla, es indispensable ponerse en actitud de escuchar».
Por esto, hay que tener en cuenta que, para confesar a Jesucristo como verdadero Hijo de Dios, no es suficiente con las pruebas externas que se nos proponen; es muy importante la rectitud en la voluntad, es decir, las buenas disposiciones. El deseo sincero de creer en Él. Y si nos falta Fe, pedirla, pedirla con insistencia.
En este tiempo que estamos viviendo con la pandemia que nos hace pararnos a pensar lo frágiles que somos los humanos; en este tiempo de Cuaresma, deberíamos intensificar las obras de penitencia (los miedos que nos asaltan, las llamadas de teléfonos que echan humo para interesarnos por los demás, las miradas compasivas, las palabras de esperanza, las compras a nuestros ancianos que no pueden salir, el agradecimiento a los que “se la juegan”, el encierro casero, la oración confiada por los demás…) que facilitan la renovación interior. Así mejorarán nuestras disposiciones para contemplar el verdadero rostro de Cristo. Por esto, un santo de nuestros días, nos dice: «Ese Cristo, que tú crees que ves, no es Jesús. —Será, en todo caso, la triste imagen que pueden formar tus ojos turbios…—Purifícate, pues. Clarifica tu mirada con la humildad y la penitencia, tantas posibles estos días. Luego… no te faltarán las limpias luces del Amor. Y tendrás una visión perfecta. Tu imagen será realmente la suya: ¡Él!». El, que no nos abandona, que como dijo alguien: “Aunque tarde nunca llega tarde”.
Pedimos la gracia que deseamos presentar al Señor por intercesión de la Virgen de Los Milagros…
Virgen de Los Milagros Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros.
Virgen de Los Milagros, Vida, esperanza y dulzura, ruega por nosotros.
Virgen de Los Milagros, Madre de Dios y Refugio nuestro, ruega por nosotros.