Oración: Acordaos, oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Vos, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, oh Virgen, Madre de la vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vuestra presencia Soberana. Oh, Madre de Dios, no desechéis nuestras súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente, Amén.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 7, 1-2.10.25-30: En aquel tiempo, recorría Jesús Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas.
Una vez que sus hermanos se hubieron marchado a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas. Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron: «¿No es este el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que este es el Mesías? Pero este sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene».
Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó:
«A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino que el Verdadero es el que me envía; a ese vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado».
Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.
Reflexión: ¿Realmente conocemos a Jesús? Sus contemporáneos pensaban que lo conocían porque sabían de qué pueblo provenía, cuál era su familia, lo que hacía y decía. Hoy también a través de la ciencia histórica podemos conocer bastante de aquel profeta de Nazaret. ¿Pero es suficiente la ciencia para conocer verdaderamente a Jesús, el profundo misterio de su persona? Necesitamos ir más allá de una primera mirada y de nuestros esquemas mentales. Necesitamos que los ojos de la fe nos lo descubran. San Pablo VI el 29 de noviembre de 1970 nos hizo esta confesión de quién era Jesucristo para él: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo. Tú eres el revelador de Dios invisible, el primogénito de toda criatura, el fundamento de todo. Tú eres el Maestro de la humanidad. Tú eres el Redentor: naciste, moriste y resucitaste por nosotros. Tú eres el centro de la historia y del mundo. Tú eres quien nos conoce y nos ama. Tú eres el compañero y amigo de nuestra vida. Tú eres el hombre del dolor y de la esperanza. Tú eres aquel que debe venir y que un día será nuestro juez y, así esperamos, nuestra felicidad. Nunca acabaría de hablar de ti. Tú eres luz y verdad, más aún tú eres “el camino, la verdad y la vida”… Tú eres el principio y el fin: el alfa y la omega. Tú eres el rey del nuevo mundo. Tú eres el secreto de la historia. Tú eres la clave de nuestro destino. Tú eres el mediador; el puente entre la tierra y el cielo. Tú eres por antonomasia el Hijo del hombre, porque eres el Hijo de Dios, eterno, infinito. Tú eres nuestro Salvador. Tú eres nuestro mayor bienhechor. Tú eres nuestro libertador. Tú eres necesario para que seamos dignos y auténticos en el orden temporal y hombres salvados y elevados al orden sobrenatural”.
Y si hoy Jesús te preguntase: ¿y tú qué dices de Mí? ¿Qué responderías? ¿Te animarías a decir públicamente quién es Jesús y qué supone en tu vida práctica esa confesión de Jesús? Conocer a Jesús implica seguirlo, y vivir como Él vivió. No podemos decir unas cosas de Jesús y luego hacer otras. Tenemos que ser coherentes y ser capaces de tomar decisiones radicales si es preciso en circunstancias normales y en momentos tan especiales como el que estamos viviendo: Tú eres el Señor de mi vida.
Pedimos la gracia que deseamos presentar al Señor por intercesión de la Virgen de Los Milagros…
Virgen de Los Milagros Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros.
Virgen de Los Milagros, Vida, esperanza y dulzura, ruega por nosotros.
Virgen de Los Milagros, Madre de Dios y Refugio nuestro, ruega por nosotros.