Oración: «Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animados con esta confianza, a Vos también acudimos, ¡oh Virgen, Madre de las Vírgenes!, y, aunque gimiendo bajo el peso de nuestros pecados, nos atrevemos a comparecer ante vuestra presencia soberana. ¡Oh Madre de Dios!, no despreciéis nuestras súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amen».
Hoy, Jueves Santo, recordamos la institución de la eucaristía, el mandato del amor fraterno y la institución del ministerio sacerdotal. Pero no debemos perder la perspectiva de la entrega en la cruz, la muerte de Cristo y el triunfo de la vida en su resurrección que celebramos los otros días, y que son el contenido fundamental del día de hoy. Eucaristía, sacerdocio y fraternidad tienen su fundamento en esta entrega de Jesús, total, plena, adelantada en el cenaculo, consumada en el calvario y llevada hasta la misma presencia del Padre.
Lectura del santo Evangelio según San Juan 13, 1- 15: Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y este le dice: Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?» Jesús le replicó: Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde».Pedro le dice: No me lavarás los pies jamás». Jesús le contestó: Si no te lavo, no tienes parte conmigo» Simón Pedro le dice: Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza». Jesús le dice: Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos». Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios». Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».
Reflexión: Con el gesto de Jesús, el pan y el vino se convierten en sacramento, en presencia suya personal permanente, en alimento para el camino que realizamos hoy y aquí. El milagro de la eucaristía es la presencia real de Jesús en medio de nosotros, siendo maestro, consuelo, salud, guía, alimento, aliento… para el camino.
No podemos interpretar la eucaristía como un recuerdo hermoso de aquella noche, algo que sucedió en el «ayer». La eucaristía es memoria que realiza «hoy» lo mismo que sucedió entonces y que nos invita a preparar el «mañana» de plenitud, de presencia de Dios.
En la eucaristía no somos espectadores sino protagonistas. El «haced esto en memoria mía» es una invitación a escribir nuestras propias historias configurándolas con Jesús de Nazaret, haciendo que nuestra existencia, unida a la suya, sea también una pascua en la que la muerte da paso a la vida. Despojarnos de nuestros mantos de seguridades, comodidades, miedos… para vestirnos con las toallas del servicio, el amor, la entrega generosa… es la consecuencia concreta de compartir el ‘pan’ hecho El, y el ‘vino’ no de uvas, sino de Sangre, de que se nos entrega.
El Jueves Santo nos trae muchos detalles y elementos para mirar nuestra vida como personas y como creyentes. Me atrevo a resumirlas con un mandato que pongo en labios de Jesús: ¡Sed hermanos, sed eucaristía!
Virgen de Los Milagros, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros.
Virgen de Los Milagros. Consuelo del afligido y refugio del pecador, ruega por nosotros.
Virgen de Los Milagros, Vida, dulzura y esperanza nuestra, ruega por nosotros.
Ruega por nosotros Santa Madre de Dios…
Oración: OH, Dios, al celebrar la Cena santísima en la que tu Unigénito, cuando iba a entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el sacrificio nuevo y eterno y el banquete de su amor,te pedimos alcanzar, de tan gran misterio, la plenitud de caridad y de vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
_* Dios te bendice…* Él te ama y te invita a “ ser Eucaristía”… pidamos por los sacerdotes, seminaristas, vocacionados… vivamos el amor fraterno…