Hoy debiéramos removernos ante el suspiro del Señor:
«¿con quién compararé a esta generación?» (Mt 11, 16). A el Señor le aturde nuestro corazón, demasiadas veces inconformista y desagradecido. Nunca estamos contentos; siempre nos quejamos. Incluso nos atrevemos a acusarle y a echarle la culpa de lo que nos incomoda.
Pero «la Sabiduría se ha acreditado por sus obras» (Mt 11, 19): basta contemplar el misterio de la Navidad. ¿Y nosotros? ¿cómo nos estamos preparando para recibir a la Sabiduría Divina? ¿Cómo es nuestra fe? ¿No será que con esas quejas tratamos de encubrir la ausencia de una respuesta que nos comprometa?
¡Buena pregunta para este tiempo de grandes ferias privilegiadas, preparando el camino!