La liturgia de este Domingo podemos centrarla y resumirla en la pregunta que hace Jesús a sus discípulos y a nosotros:
¿Vosotros quién decís que soy yo?
Nos la hace a los suyos, a los cristianos.
Es vital responderla con sinceridad y profundidad, no sea que por creernos «cristianos de toda la vida» andemos por el cristianismo de puntilla, de turismo, … pero nada más. La respuesta no vale la del catecismo; ha de ser personal, desde la experiencia, desde la vivencia.
Si Crito no influye, no afecta a lo más profundo de nuestro ser, no repercute en las actuaciones, en los comportamientos, la respuesta sería que Cristo poco o nada significa.
Ojala que sea «El Mesías, El Señor», el Camino, la Verdad, la Vida.
«¿A quién iremos, Señor? Tu tienes Palabras de Vida eterna».