No son un grito que nos llega desde la alborada de la humanidad, ni un testamento poético que la historia nos refresca. No son sermones milenarios cargados de sabiduría. Las palabras del resucitado son las palabras de un Dios vivo; y como está vivo nos las sigue diciendo hoy.
A algunos a voces, a otros con una canción, hay quien las percibe como un susurro suave pero electrizante, y hay quien las descubre en gestos que le transportan a otros lugares, a otros sueños, a otros horizontes. Son palabras que hablan de vida, de la suya y la nuestra… y nos lanzan a vivir. Son las palabras vivas de hoy.
FELIZ DÍA… a TODOS…