Solo los demasiado niños o los desmemoriados carecen de recuerdos. En el primer caso, el tiempo pondrá las cosas en su lugar.
En el segundo, es una pena, y hay algunas enfermedades que se ensañan con nuestro pasado.
Porque la memoria es uno de nuestros tesoros.
No una memoria enciclopédica, de quien puede recordar todos los nombres, lugares, sabores y fechas.
Más bien, esa otra memoria selectiva, subjetiva, que es riqueza y equipaje.
Esa memoria cargada de afecto y pasión, que nos configura. No debemos perder la memoria de nuestros orígenes, de lo que el Señor hizo por nosotros… la fe es más fuerte que todas las intransigencias pasadas y actuales… Es la preciosa herencia que hemos recibido y, a la vez, debemos transmitir…
Oremos por nuestros hermanos cristianos, perseguidos, masacrados, martirizados… por el único delito de querer vivir y disfrutar la fe cristiana… y oremos por aquellos que los persiguen para que sepan descubrir la belleza del Amor Crucificado que se entregó para salvarnos…