Purificación, ayuda y acción de gracias. Estas tres palabras pueden constituir, de alguna manera, el telón de fondo del acontecimiento que se celebró en nuestra casa de Santa Marta de Tormes (Salamanca), el martes día 11 de febrero de este año 2020. El recientemente elegido y confirmado como nuevo Visitador de la Provincia San Vicente de Paúl-España, P. José Manuel Villar Suárez, C. M., tomó posesión de su cargo dentro de la celebración de la Eucaristía. Así sería la noticia escueta, precisa y concreta.
Pero la noticia tiene un contexto que da color, sentido y calidez a la jornada que, siguiendo el programa previsto, tuvo dos momentos importantes. Dos momentos entrelazados por la fraternidad, la comunión, el sentido de pertenencia a un carisma y un cierto sano orgullo de Familia Vicenciana esperanzada y unida.
El primer momento, el fundamental, fue la celebración solemne y bien preparada de la Eucaristía. Presidida por el nuevo Visitador, fue concelebrada por unos 60 sacerdotes, la mayoría Misioneros Paúles de las distintas comunidades de la Provincia, aunque también se unieron algunos sacerdotes diocesanos de Ourense, uno de Zamora y otro de Badajoz. Al lado del P. José Manuel Villar, C. M., se encontraban el P. Aarón Gutiérrez, C. M., Asistente General y representante del Superior General, el P. Jesús Mª González Antón, C. M., Visitador cesante, el P. Santiago Azcárate, C. M., Visitador de la Provincia hermana de Zaragoza, y el Vicario General de la diócesis de Ourense, D. José Joaquín Borrajo. Entre el público participante, destacaban algunos miembros de la Familia Vicenciana: la Presidenta Nacional y una acompañante de la AIC, y el Presidente Nacional y la Vicepresidenta de la SSVP.
Dentro de la Eucaristía, tuvo lugar la “toma de posesión del cargo o servicio de Visitador”. Tal vez, a alguien no familiarizado con estos temas le podía resultar un poco extraño. Pero todos los presentes sabían muy bien el significado de los tres ritos realizados: la profesión pública de fe y el juramento de fidelidad, por parte del nuevo Visitador, y la lectura de la patente de confirmación del cargo elegido, por parte del representante del Superior General de la Congregación de la Misión. Todo ello, acompañado de la firma y rúbrica del P. José Manuel Villar.
En una celebración de estas características, siempre se espera con una pizca de curiosidad la homilía. Entre otras razones, porque se supone que en ella estarán las claves del que empieza su gobierno. Ciertamente, el nuevo Visitador dejó entrever en su homilía, bien redactada y perfectamente estructurada, tres perspectivas fundamentales con las que he comenzado estas líneas: purificación “en nuestro estilo de vida espiritual, evangelizadora y misionera… para labrar los caminos de esta Provincia con mayor profundidad, coraje y dinamismo apostólico”; ayuda “para ser contemplativos en la acción, logrando así la transfiguración de nuestra Provincia… para no caer en el pesimismo y fructificar en el futuro con vitalidad”; acción de gracias “al anterior Visitador, P. Jesús Mª González Antón, a los miembros del Consejo Provincial, al Ecónomo Provincial, a todos los miembros de la Provincia… porque juntos podemos seguir soñando en construir los nuevos senderos que nos pide la Iglesia hoy y nuestra vocación vicenciana”.
El segundo momento fue la comida de fraternidad. El amplísimo comedor de esta casa se vio repleto de comensalidad, convivencia, encuentro, diálogo y alegría. Virtudes éstas que no suelen abundar de manera excesiva, pero que, en esta ocasión, estuvieron presentes en grado bastante superlativo.
En definitiva, fue una de esas jornadas que, como me decía un cohermano curtido en estas lides, son siempre necesarias para darnos cuenta de que es muchísimo lo que nos une y que nos ayudan a seguir caminando al aire del Espíritu. P. Celestino Fernández, C. M.