¡Qué importante es la fiesta de este día para redescubrir la verdadera esencia de la Iglesia de Roma!
Aquella comunidad cristiana sufrió un terrible golpe el 6 de agosto del 258.
La policía imperial asesinó al Papa Sixto II con cuatro de sus diáconos, mientras celebraba la Eucaristía en uno de los cementerios cristianos.
Uno de los diáconos supervivientes (¡eran siete!), encargado de la economía de la Iglesia, era Lorenzo. El alcalde de Roma quiso confiscar todos los bienes de la comunidad cristiana y le pidió que los reuniese.
Durante tres días se dedicó Lorenzo a repartir todos los bienes eclesiásticos entre los más pobres, vendiendo cálices, candeleros… Cuando el alcalde fue a recoger los bienes, se encontró con un gran grupo de pobres, que Lorenzo había reunido. Y Lorenzo le dijo: «¡Estos son los tesoros de la Iglesia!». El alcalde despechado, decidió darle muerte lenta, quemándolo vivo tal día como hoy del año 258. Nos ha llegado esta tradición a través de los escritos de san Ambrosio, san Agustín, el poeta Prudencio y una inscripción del papa Dámaso.
FELIZ DÍA A TODOS…