Es algo que te encomiendan.
Un encargo que sólo tú puedes hacer.
Puede ser “imposible” si eres Tom Cruise en una película, pero para la mayoría de nosotros nuestra misión es posible.
Es real, es necesaria y es urgente.
Y viene de muy lejos o de muy dentro, según como se mire (pues en ambos sitios está Dios). Tiene que ver con nosotros mismos y al tiempo con nuestro mundo. Es un encargo delicado e imprescindible.
Estamos enviados a humanizar nuestro mundo (sacando lo mejor de nosotros y de otros), y a divinizarlo (haciendo presentes los destellos de Dios en él). Y esto, que queda muy bonito como slogan, se hace desde lo más cotidiano: respetando la dignidad profunda que todos tenemos y descubriendo en Jesús –y su manera de darse- un camino hacia el rostro del Dios invisible. Ni más ni menos.
FELIZ MISIÓN A TODOS… EN EL SIEMPRE DÍA DEL CORPUS CHRISTI