Qué alegría, qué gozo… cuando empezamos a distinguir: que no todo vale, que lo primero es el don, que se trata de corresponder, que a generosidad nunca le daremos alcance…
Necesitamos más encuentros con El. Para seguir distinguiendo, para que llegue un día en que desde la fe lo veamos todo con claridad.
Maestro, vuelve a poner tus manos sobre nuestros ojos. También hoy. Amén.