San Vicente Ferrer-trasladado. Vive con gran entrega la vida religiosa. Su pureza, su carácter franco y jovial, y su amor por la austeridad lo habían preparado para las numerosas misiones que le encomendaron. Fue el mayor predicador de su tiempo y recorrió Europa buscando constantemente la paz y la unidad de la Iglesia, sobre todo la conversión a Jesucristo. Además de realizar multitud de milagros.
Lectura del Santo Evangelio según san Juan 10, 22-30: Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón. Los judíos, rodeándolo, le preguntaban: ¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente». Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».
Reflexión: Es curioso como, el Evangelio de hoy, no cita a fariseos u a otros cualificados representantes de la religión… simplemente cita a “los judíos”. Judíos que quieren saber si de verdad es el Mesías.
Jesús argumenta con sus obras, realizadas “en nombre del Padre”. Las obras ahí están. A la vista de todos. ¿No manifiestan que el Padre está con Jesús, que es su enviado, que su palabra es la suya, palabra del Padre? El refrán español lo dice: “no hay peor sordo que el que no quiere oír”. También dice: “ ni peor ciego que el que no quiere ver”. Es decir, ya pueden ser sabias palabras y grandes obras que cualifican a quien las realiza hasta el punto de ser una llamada de atención fuerte y creíble pero… la verdad, es que no les interesa aceptar a ese Jesús como Mesías. ¿por qué? Porque No hace ni dice lo que a ellos les conviene; rompe sus intereses individuales, la rutina de su vivir… e incluso les exige más allá de lo que están dispuestos a ceder, más allá de lo “ políticamente correcto” y de una religiosidad de costumbres. En definitiva… no es fiable.
“Vosotros no creéis porque no sois ovejas mías”. ¿Qué es necesario para ser “ovejas de Jesús”? Estar abiertos a la conversión, a los cambios necesarios, a lo que implica seguirle, como ovejas al pastor que las cuida. En definitiva, es necesario acoger cordialmente a Jesús. Confesar, como Pedro. “Tú solo tienes palabras de vida eterna”.
Jesús sigue en diálogo con nosotros. No podemos excluir que, de vez en cuando, nos surja la duda, cuando la exigencia es fuerte… o que nos preguntemos si merecerá la pena reconocer a Jesús, a su evangelio, como lo que ha de conducir nuestra vida. Veamos con ojos claros, no turbios a causa de nuestro egoísmo, qué obras son las que nos exige. Veremos que son las obras que nos hacen ser humanos: generosidad, sentido del servicio al otro, seguir la fuerza del amor, verse como hijo del Padre… en definitiva, repasemos las obras de misericordia y preguntémonos si seguimos al Pastor.
Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animados con esta confianza, a Vos también acudimos, ¡oh Virgen, Madre de las Vírgenes!, y, aunque gimiendo bajo el peso de nuestros pecados, nos atrevemos a comparecer ante vuestra presencia soberana. ¡Oh Madre de Dios!, no despreciéis nuestras súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amen».
Virgen de Los Milagros, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros.
Virgen de Los Milagros, consuelo del afligido y refugio del pecador, ruega por nosotros.
Virgen de Los Milagros, Vida, dulzura y esperanza nuestra, ruega por nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios…
Oracion: Oh Dios, que con la predicación de san Vicente Ferrer nos enseñaste a recorrer el camino hacia la patria celestial esperando al Salvador; te pedimos humildemente nos concedas con su ayuda que,
fervorosos en el amor y servicio, no busquemos en la tierra nuestra morada definitiva y tendamos a la del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
_* Dios te bendice…* ¿estás dispuesto a aceptar su pastoreo? “Jesús, confío en ti”.