En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
Hoy Domingo 06 Febrero. Quinta Semana Tiempo Ordinario.
San Lucas 5, 1-11. En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.
Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».
Respondió Simón y dijo:
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Y Jesús dijo a Simón:
«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor
Reflexion Con este relato de Lucas, iluminado también por Isaías y san Pablo, se nos está invitando a los cristianos de todos los tiempos a la “misión”, a sentirnos enviados a pesar de nuestras limitaciones humanas (somos pecadores). Necesitamos hoy, más que nunca, ser una Iglesia, una comunidad “en salida”, para poder llegar a tantos hombres y mujeres que caminan por la vida sin ninguna esperanza. Los primeros cristianos no tenían medios y se encontraron con una cultura hostil y un ambiente lleno de dificultades, pero fiándose de Jesús se lanzaron por todo el mundo y extendieron el evangelio por todo el Imperio Romano.
Nosotros, tal vez no queremos dejar nuestras redes y nuestras cosas y eso nos impide un verdadero seguimiento de Jesús. Nos da miedo todo (“hemos remado toda la noche y no conseguimos nada”), no nos fiamos de Jesús y no lanzamos las redes impulsados “por su palabra”.
Para ser miembros activos como creyentes comprometidos en la actualidad, no hace falta especial talento, ni cualidades brillantes, ni sobresalir por el prestigio. Nada de eso. Hace falta ser como aparece Pedro en el relato evangélico de hoy. Hemos de ser hombres y mujeres capaces de:
Fiarnos de Jesús. Esto no es nada fácil. A Pedro le costó creer, como avezado pescador, que en pleno día iban a poder pescar algo. ¿Cómo nos cuesta fiarnos de Dios? ¿Qué rebeldía nos nace ante ciertas situaciones que nosotros no dominamos y nos parecen una perfecta sin razón? Fiarse es necesario para seguir adelante.
Hacer autocrítica. Algo que está de moda decirlo, pero no hacerlo de verdad. Es importante como hizo Pedro reconocer “apártate de mí, que soy un pecador”. Esto es algo difícil de aceptar y confesar. ¿Por qué no lo hacemos nosotros? Nosotros que somos tan buenos, tan religiosos, tan generosos… ¿pecadores? Claro que pecadores. Este es un sentimiento de lo más sano. Ayuda mucho a no juzgar, a comprender y, sobre todo, a comprenderse y a soportarse.
Darse a los demás.Hemos de vivir en función de…Pedro recibió la misión de ser “pescador de hombres”. Los otros serán para Pedro lo importante. Por ellos sufrirá, por ellos se alegrará. Los hombres serán, en adelante, la explicación de su vida. ¿Cuántos cristianos somos capaces de salir de nosotros mismos y de vivir para los demás? No “bogamos mar adentro” porque estamos muy ocupados en nuestras cosas y no tenemos tiempo para los otros. Nuestro “yo” es lo que más nos preocupa.
Estas tres cualidades del discípulo de Jesús nos tienen que ayudar a vivir nuestra fe de una manera más comprometida. Dejándolo todo, le siguieron”.
_* Dios te bendice…* Oramos: Credo, Padrenuestro, Avemaria, Gloria.