Hoy celebramos la fiesta de Santa Brígida, Patrona de Europa.
Una calurosa mañana del 23 de julio de 1373, en Roma, mientras Pedro de Alavastra celebraba la Misa en su celda,
Brígida entregaba su alma a su Señor mientras musitaba: «Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu».
La vida de Santa Brígida es fascinante: hija, esposa, madre de ocho hijos, viuda, princesa y consejera de reyes, religiosa, fundadora… Y, sobre todo, esposa amada de Jesús que le confió secretos celestiales y la adentró en el amor revelado en su Pasión.
San Juan Pablo II la ha incluido entre las Patronas de Europa (año 1999). Como Ana, Brígida sirvió al Señor en el estado de casada y viuda. Como Ana, estaba pendiente del Señor noche y día.
Dios se le manifestó y ella acogió dócilmente el designio divino en su vida. Fue un instrumento fiel e influyó mucho en la renovación de la Europa de su tiempo. Todo un ejemplo actual para nosotros.
«Bendito seas, Señor mío Jesucristo, que con tu preciosa sangre y con tu sagrada muerte, has redimido las almas y las has devuelto misericordiosamente desde este exilio a la vida eterna» (Santa Brígida).