Y al tiempo tocará reconocer que uno seguirá teniendo los pies de barro.
Tocará aceptar las mil manías y defectos propios –y ajenos-.
Tocará armarse de paciencia para comprender que hay cosas que no cambian, por más que uno se empeñe.
Habrá que mirar a la propia historia con bondad.
Asumir que hay actitudes que están enraizadas en lo más profundo de uno mismo.
Sin que eso sea conformismo del malo, sí es sensata esa disposición a acoger las estrecheces que nos cortan las alas.
FELIZ DÍA A TODOS…