En un mudo de éxito visible.
De titulares y rankings. De fotos vistosas.
En un mundo de triunfadores y vedetismo.
En un mundo de méritos y medallas, de galardones y vitrinas, de diplomas y reconocimientos…
¿Qué sentido puede tener el fracaso, la derrota, el vaciamiento? ¿Qué sentido puede tener el no saber, no llegar, no conseguir cruzar la meta soñada?
La lógica de Dios es sorprendente.
Habla con una palabra que parece última pero que no es definitiva.
Muestra que el amor que habla más alto es el que se da –hasta el extremo.
Que la verdad que libera es la que se proclama en defensa de los bienaventurados, sin dejar que venza el miedo o la prudencia.
Que la fe que canta es la que es capaz de soportar la incertidumbre. Misteriosa forma de dar vida.
FELIZ DÍA A TODOS…