La Madre que espera,
la mujer que acoge la palabra,
la muchacha que arriesga,
la amiga que ayuda,
la creyente que calla y medita.
Todo esto lo encontramos en María.
Que se convierte en espejo en el que mirarnos. Porque también nosotros necesitamos acoger, arriesgar, servir y dejar que la buena noticia sea semilla que arraigue en la tierra que somos. Dos miradas a María pueden ayudarme hoy a pensar en mi propia forma de vivir en cristiano. La mirada a la mujer que habla y la mirada a la mujer que ama.
FELIZ DÍA A TODOS…