¿Quién podría imaginar el poder de una mujer sencilla, humilde, pequeña?
¿Quién iba a pensar que en sus manos, en su entraña,
en su aceptación, estaba el germen de la Vida, así con mayúsculas?
¿Quién hubiera intuido lo que se ponía en marcha con aquel “hágase” de María?
Dios lo quiso.
Y se la jugó al proponerle, con libertad, un proyecto inconcebible.
Alumbrar la esperanza. Engendrar al Mesías Niño.
Mostrar, en su sencillez, la grandeza de Dios.
FELIZ DÍA A TODOS…