Lo sorprendente es intuir la victoria en esa cruz.
Saber que la muerte no acabará con todo.
Comprender que tu entrega es más fértil que muchas prudencias.
Lo admirable es darse uno cuenta de que, muriendo en aquella cruz,
hace dos mil años, en un rincón perdido del mundo, le diste la vuelta a la historia.
Tanto, que hoy estoy yo aquí, leyendo estas palabras,
pensando en ti, recordando tu vida y pensando en mi propia historia.
Una historia que también puede ser fecunda si vivo a tu manera.
Que también puede ser poderosa si aprendo a acoger lo frágil.
Que también puede tener sentido, aunque a veces las decisiones concretas duelan.
FELIZ DÍA DE LA SANTA CRUZ A TODOS…