Qué lejos está tu imagen
de un Dios grandioso, elevado sobre los «mortales».
Qué sorpresa se esconde en un Dios qué tiene un pesebre por cuna.
Qué extrañeza, un Dios cubierto del polvo y la tierra caliente de los caminos.
Qué humano, un Dios que llora, conmovido por la suerte de sus amigos;
qué lejos de la imagen impasible estás cuando dudas y tienes miedo.
Y, sin embargo,
qué cerca del Padre te vemos cuando a pesar de todo confías
y revelas una capacidad para estar en su presencia.
FELIZ DÍA A TODOS…