Entre un Dios lejano, sereno, impasible, intocable,
y un Dios que siente, llora, ríe, sufre y quiere…
sinceramente creo más en el segundo.
Jesús revela emociones profundas,
y eso se ve de un modo muy claro en su relación con la gente.
A veces le vemos indignado o herido.
Otras veces, en cambio, lo descubrimos riendo, a gusto, rodeado de los suyos.
Percibimos confianza en sus relaciones con la familia de Lázaro;
ternura cuando Juan recuesta su cabeza en el pecho de Jesús, en una cena de amigos;
amistad ofrecida a unos y otros.
ASÍ SE CONSTRUYE EL REINO…
FELIZ DÍA A TODOS… TODOS…