Esta es la primera lección importante.
No recuerdo cuándo la aprendí,
pero alguna vez me di cuenta de que el Dios
al que rezaba de pequeño no bastaba.
Y tampoco bastaban las respuestas
un poco temerarias del adolescente que creía saberlo todo.
Alguna vez te das cuenta de cuánto ignoras acerca de Dios.
Entonces toca empezar a preguntar de qué va eso del amor.
Y la cruz. Y lo de ser hermanos. Y lo de dar la vida.
Y por cada respuesta que uno intuye brotan mil nuevas cuestiones.
Entonces te preguntas por qué hay mal (y descubres que se lo ha preguntado tanta gente a lo largo de los siglos). O intentas entender eso del perdón, y de las bienaventuranzas… Pero es todo tan distinto a lo que vivo a diario. Tan distinto a lo que veo en torno, que me cuesta entenderte, Dios.
Transfigurame, Señor, transfigúrame…
FELIZ DÍA A TODOS