Nos dicen que el tiempo pascual es tiempo para el regocijo y el júbilo, para la sonrisa y el canto, para la dicha profunda y la esperanza inagotable.
Pero nuestra vida no es hoy muy distinta a la que teníamos hace unas semanas, cuando se nos invitaba a la conversión y a la sobriedad…
¿O sí lo es? ¿Qué es lo que ha cambiado? ¿Qué es lo diferente?
Ciertamente, no mi trabajo ni mis amigos; no mis rutinas ni mis miedos; no mis defectos ni mis virtudes; y posiblemente tampoco han cambiado demasiado mis estados de ánimo.
Entonces, ¿qué puede hacerme dichoso hoy?
No serà la cercanía, la identificación mayor con Cristo?
«El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano»
FELIZ DÍA A TODOS