Traer a la memoria la figura de Santo Domingo de Guzman,
es hacernos conscientes
de que la llamada del Señor está ahí,
es una propuesta, una invitación, a hacer posible la Buena Nueva aquí y ahora, en este momento.
La fuerza y el ejemplo de Santo Domingo no consiste en repetir lo que él hizo, sino en hacer, vivir, proclamar la Palabra, con el mismo Espíritu que a él le animó.
Ese Espíritu se descubre en los textos que la liturgia de la fiesta nos propone: pies, monte, camino, movimiento, actividad, apertura, horizonte… lejos de las rutinas y de otras tentaciones que prometen seguridad y creerse poseedores de la verdad.
Predicar la palabra con toda paciencia y con preparación doctrinal; estar siempre alerta, no irrumpiendo y ocupando el espacio del otro, y ser coherentes.
Así podemos ser sal y luz que significa capacitar para que no sea lo que está mandado, la obligación, el deber, la ley, la razón de nuestro vivir; sino la misma fe, el amor, la esperanza, lo que nos incentiva en nuestra vida y perfecciona a la misma ley y está por encima de la ley.
FELIZ DÍA A TODOS
y especialmente a los Dominicos y Dominicas en su día…