La falta de fe aparece como el fundamento del fracaso
de los discípulos y de la Iglesia entera.
Es en la fe donde la persona se reconoce vulnerable y necesitada.
Y desde esa necesidad se abre a la confianza en el Dios
que hace posible lo que parece imposible para el ser humano.
El que confía en este Dios resucitador y vitalizador experimenta que se multiplican sus posibilidades; se abre a otras dimensiones de la realidad, que se carga de futuro y de esperanza.
Contar con las posibilidades de Dios es el verdadero realismo de la fe.
FELIZ DÍA A TODOS…