El nacimiento y, especialmente, la vida de Juan Bautista
nos enseña las virtudes que necesitamos para recibir con provecho a Jesús; fundamentalmente, la humildad de corazón.
Él se reconoce instrumento de Dios para cumplir su vocación, su misión. Como dice san Ambrosio:
«No te gloríes de ser llamado hijo de Dios —reconozcamos la gracia sin olvidar nuestra naturaleza—; no te envanezcas si has servido bien, porque has cumplido aquello que tenías que hacer. El sol hace su trabajo, la luna obedece; los ángeles cumplen su misión. El instrumento escogido por el Señor para los gentiles dice: ‘Yo no merezco el nombre de Apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios’ (1Cor 15,9)».
Busquemos sólo la gloria de Dios.
La virtud de la humildad nos dispondrá a prepararnos debidamente para las fiestas que se acercan.
FELIZ DÍA A TODOS…