Santuario Nuestra Señora de los Milagros

UNA IMAGEN… UNA PALABRA

Cristo es la luz de las gentes.

Así lo declara el anciano Simeón. Es una luz que brilla en las tinieblas, capaz de encender los corazones e iluminar el camino de aquel que quiere guiarse bien en la vida. Sin embargo, “quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano, aún está en las tinieblas”, dice la epístola de Juan que hemos leído o escuchado en la liturgia de hoy.

Ciertamente, la luz de Cristo está siempre unida a nuestros hermanos. Nuestra fe es una fe que crea fraternidad y nos lleva a ser más hijos y más hermanos. Nuestra fe, así, es fuente de verdadera humanización y de solidaridad con los demás. De lo contrario, nuestra fe no es la de Jesús.

Por ello nuestra fe nos da un criterio de discernimiento, por el cual podemos distinguir y ante el cual se ponen al descubierto muchos corazones. Es un principio importante por el cual nos podemos guiar: todo lo que crea fraternidad, procede del buen espíritu. Aquello que la destruye, no lo es.

FELIZ DÍA A TODOS