El perdón y el volver a caminar tienen mucho que ver. Porque vivir dividido, no-reconciliado, implica vivir postrado, empequeñecido, desde lo peor de uno mismo. Y eso se nota.
En cambio, cuando uno puede llegar a re-conciliar aquello que estaba roto, quebrado, uno puede volver a levantarse y tomar la vida en sus manos. El rencor paraliza. El perdón levanta. Por eso Jesús hace las dos cosas.
Dos mil años después, Jesús sigue pudiendo sanar a quien se acerca a Él. Él es perdón que levanta de la postración. La cuestión es conseguir ponerse cerca… o lograr que alguien te acerque –como en el evangelio del hoy-.
Señor Jesús,
tú nos das la paz del corazón.
Gracias por tu perdón,
que reconcilia lo que en nosotros está roto.
Con tu perdón podremos levantarnos,
caminar,
y ayudar a caminar a otros.
FELIZ DÍA A TODOS