La Ley permitía calmar el hambre cortando espigas al pasar por un sembrado. Unos fanáticos criticaban a los discípulos de Jesús porque recogían espigas para matar el hambre. Decían que Dios había prohibido hacer esas tareas el sábado.
Los discípulos por su parte han aprendido de Jesús la libertad frente a la Ley, pero ahora son acusados por los fariseos de no acatarla. Jesús acude a las Escrituras para discernir cuándo una ley es liberadora u opresora. El criterio es el ser humano. Es decir que ninguna ley, palabra o acción que oprima, margine o excluya a las personas puede tener el respaldo de Dios.
Jesús afirma con toda claridad que «el sábado se hizo para el hombre, no el hombre para el sábado».
El Señor no necesita hacernos sufrir ni imponernos normas sólo porque sí, para fastidiar.
Siempre quiere nuestro bien.
Dios ama a cada ser humano y, como todo padre, desea la felicidad para sus hijos.
FELIZ DÍA A TODOS…