Se impone un ejercicio de confianza.
Los que se encuentran con Dios personalmente, pueden (podemos) dar testimonio de la tranquilidad, la paz interior, la confianza que produce el saberse en sus manos.
La fe, la Esperanza (con mayúscula), no evita los problemas, las preocupaciones, ni nos proporciona soluciones eficaces (mágicas) a los conflictos de cada día.
Pero sí nos da la serenidad suficiente para abordar las dificultades con otro talante; para saber que, al final, está Dios, y que Él no nos deja solos, que nos da la fuerza necesaria para seguir adelante.
Feliz día a todos…