Es que María va a ser, otra vez, Madre. Las palabras de Cristo en la cruz cobran una eficacia casi sacramental. “Mujer, he ahí a tu hijo”.
En el discípulo amado hemos sido constituidos hijos de María. Algunos hacen constar que no se lo dice a Pedro sino a otro discípulo. ¿A Juan? Aquí, la maternidad no va en el plano jerárquico sino en el de la intimidad, en el de las relaciones individuales y filiales.
Sólo nos queda, como apunta el evangelio, recibirla en nuestra casa.
La Iglesia es la casa de María; la Iglesia tiene una Madre.
Feluz día a todos…
y felicidades a todas las Dolores