Quien cree en Jesús y lo busca en la oración, en la Palabra y los sacramentos poco a poco se transforma en misionero, en apóstol. Y cuanto más cultive el encuentro con Jesús más sentirá el deseo y la necesidad de evangelizar e imitar al apóstol Pablo. El Papa Francisco nos repite insistentemente que los cristianos somos “discípulos misioneros”. Esa es nuestra identidad más profunda y nuestra forma de vivir la fe que hemos recibido. San Pablo VI decía y repetía: “un cristiano que no es misionero, no es cristiano”, es decir no vive como le pide su vocación bautismal. Y si “la fe mueve montañas”, no habrá peligro – demonios, lenguas nuevas, serpientes, veneno…- que no pueda ser vencido y superado. Nada se resiste a la fe y nada la hace vacilar o volver atrás. Por eso dice Jesús: “a los que crean les acompañarán estos signos…: en mi nombre”.
Feliz día a todos